Vivir a 110





16 de octubre. Sigtuna - Skelleftea 758 kms
-3º C








Me despierta el frío sol inundando la habitación sin piedad.
El suelo de la ducha está calefactado. Esto tiene que ser caro. Esta gente está realmente preparada para el frío... ¡dónde me estaré metiendo!
Bajo a ver la moto. Tiene síntomas de congelación. El termómetro marca -3º C a pesar del sol. Pruebo a arrancarla y lo hace al segundo intento sin síntomas de debilidad. ¡Bien!













Sigue amaneciendo. Igual que sucedió ayer con el atardecer, en estas latitudes (en otoño al menos) el amanecer dura mucho tiempo. Lógico.
Subo a desayunar y, aunque me hacen esperar un buen rato, el desayuno está realmente rico, a base de distintos yogures y cereales, quesos y embutidos. Esto tiene que ser caro. Las suecas parecen tener resaca...

Pago el hotel y, sorprendentemente, es barato. No hay quién entienda los hoteles suecos.
Doy una vuelta por el precioso pueblo, con sus casas bajas, sus callejuelas, sus restos de monasterios... se cree que su calle principal es la más antigua de Suecia. Chachi.








El frío de hoy me ha dado ánimo. Sigo teniendo más capas de abrigo que ponerme y aún no utilizo. Bien. Hoy la ruta transcurre paralela a la costa sueca y eso la hace entretenida. La vida por aquí sigue transcurriendo a 110 kms/h. Intento no conducir a más velocidad; no quiero ni imaginar que me parara la policía sueca para tratar un asunto de lo que viene siendo un exceso de velocidad. No tanto por la sanción (que también, puesto que son de las más severas de Europa) sino por no esperar de pie, con el frío que hace, a que la autoridad rellenara el formulario.
Así las cosas, viviendo a 110, el día es entretenido... un bosque, un lago, el mar, un palacio chino (que resulta ser un restaurante) (chino), una señal de tráfico advirtiendo la presencia de carros, carros, una señal de tráfico advirtiendo la presencia de renos, ¿renos?, avestruces ¿avestruces?, paracaidistas cayendo del cielo, iglesias peculiares, extraordinarios puentes, primeros paisajes blancos... Suecia...




















Quería hacer noche en Luleá o Piteá. Están lo suficiéntemente al norte y parecen lo suficiéntemente grandes para tener gasolinera y hotel. Pero el sol lleva un rato intentando esconderse en el horizonte y la temperatura cae en picado. Son las cuatro y media de la tarde. En los últimos 200 kilómetros apenas había tráfico. El silencio era mágico. La luz del día, también. El cielo por aquí es enorme, gigante. Y precioso. A los lados de la carretera empezaba a haber nieve, hasta que al final ésta ha aparecido sobre el asfalto. Han sido los mejores kilómetros moteros desde que salí de casa... la soledad del viajero rompiendo el silencio y la luz del otoño sueco... chachi.
La cosa es que con el frío ha llegado el hielo. Mucho. En pocos kilómetros circular en moto se ha vuelto peligroso. Decido quedarme en el primer alojamiento que encuentre, que resulta estar en Skellefteá







Las calles están blancas. Para bajar al garaje del hotel hay una pequeña cuesta. Helada. Nadie se molesta en limpiarla porque todos los vehículos llevan neumáticos de invierno. Hoy duermes en la calle, nena. La recepcionista se encarga de vigilar la moto aunque, dudo que en estas condiciones alguien se interese por robarla.
En el hotel hay paraguas y bicicletas a disposición de los clientes... declino cualquier idea de las que se me pasan por la cabeza y me quedo dentro. Aquí, donde los sueños se hielan, donde los sueños vuelan.
Acudo a mi particular sala de meditación, a la sauna.
Hoy me he dado cuenta de algo obvio pero que nadie me había dicho nunca: en estas latitudes el sol no nace por el este ni se pone por el oeste, ni está a mediodía sobre la cabeza de uno. Aquí el sol nace por el sudeste y se pone por el sudoeste. Nunca llega a estar sobre el casco de uno. Eso ha significado que he tenido el sol en mis retrovisores todo el día, que no he dejado de ver mi sombra. Eso significará que lo tendré de frente, a mi vuelta, jornadas completas con el peligro que eso conlleva. Bueno, nadie dijo que éste fuera un destino fácil.
Mi impresión es que mientras siga sin llover, ni nevar, el frío lo voy a aguantar bien. De todas formas, veremos cómo está mañana la carretera. El final de hoy ha sido realmente peligroso.
Y desde la cama de este hotel de Skellefteá, rodeado de hielo, silencio, luz mágica y nieve, pienso en lo chulo que es estar aquí. Me asomo a la ventana y veo cómo los sueños se hielan y vuelan, como los viajes...
Chachi.




3 comentarios:

  1. Te has dado cuenta que además de Sultán.. eres futurólogo???? te fuiste para esas tierras a investigar cómo sería la vida a 110... volviste a España con la lección aprendida.... supongo que no serías tu el que dió la idea.... ahora, gracias a tu crónica.. todos sabemos lo que es vivir a 110... (aunque nuestro corazón... siempre va a un poco más....jejejjejj)Recibe 110 abrazos...

    ResponderEliminar
  2. muy buen viaje la verdad me gustaria realizarlo espero poder hacerlo que hermosura lo que relatas :D cuanta plata gastaste ? y que cosas llevaste de auxilio?

    ResponderEliminar
  3. .
    ... que bonito es soñar!... verdad?

    Gracias Mc Bauman por tú fantastica manera de relatar tua aventuras.

    - LULO -

    ResponderEliminar