Salir de la autopista


13 de octubre. Nimes (Francia) - Lich (Alemania) 1008 kms.

15ºC






Me desperté en el mismo hotel en el que me había acostado, lo cual iba a ser nota predominante a lo largo de todo el viaje.

Emprendo la marcha a primera hora. Autopista y más autopista.

Al llegar a Lyon el tráfico hace honor al nombre de la ciudad: un lío enorme. Paulatinamente la temperatura baja muchos grados. Aparece la niebla. Voy helado.

Las autopistas cuanto mejores son, más aburridas se muestran para el viajero y, doy fe, las autopistas francesas deben ser muy, pero que muy buenas.

Decido no hacer caso al GPS y pasar a Alemania por Friburgo para aprovecharme de sus autopistas gratuitas, para disfrutar de no tener límite de velocidad y para tener la impresión de estar más lejos de España.

Paro en una gasolinera para ver si entro en calor, porque la humedad de la niebla me está matando. Para mí son los primeros kilómetros de frío del otoño y al cuerpo le cuesta aclimatarse… ¡con lo que me espera!



Hay muy poca diferencia de precio entre la gasolina de 95 y 98 octanos. Curioso.

Me hago fuerte en el servicio, no tanto por necesidades fisiológicas sino por aprovecharme del agua caliente y del calor que desprende el secador de manos.

Me están entrando ganas de volverme a casa antes de que sea demasiado tarde. Me como tres gofres. De chocolate. Hay expuestos unos coches curiosos. A pocos kms hay un museo dedicado a citroen y peugeot, en Mulhouse. Encuentro unas galletas que se parecen a las que como en Macotera. Las compro. Como unas cuantas.







Cuando salgo, con un montón de calorías para afrontar el frío, veo que la niebla ha desaparecido. Menos mal.

Arranco la moto y ya estoy en Alemania. Mola.






Aparece la señal bendita. Mola.




Sigue haciendo mucho frío. No mola.

Alemania me recibe con colores otoñales. Hay mucho tráfico y no puedo aprovechar la desaparición del límite de velocidad. Además el firme es poco firme. Bueno, no importa, tampoco tengo prisa.





Poco antes de llegar a Frankfurt, coincidiendo con obras en la autopista, veo una señal con un número 19 y un emoticono rojo y enfadado… qué curioso. Un kilómetro después se repite con un número 18. La escena se va repitiendo cada kilómetro y el emoticono finalmente es verde y se parte de risa… las obras han terminado! Anda que no tienen humor estos alemanes.

Iba a parar a dormir en Frankfurt pero me asustan sus gigantescas torres, como salchichas enormes apuntando al cielo. Decido seguir y salgo de la autopista en un cruce cualquiera y llego a un pueblo cualquiera. Se llama Lich. Espectacular. Encuentro un hotel precioso con habitación libre.




Doy una vuelta por el pueblo y me hago fuerte en un pub. Están celebrando el octoberfest. Mola.





El ambiente del garito es divertido. Todas las caras me parecen conocidas. Hay dos camareras, una rubia y preciosa, muy seria y una morena, gordita y fea que no para de sonreír. Todo el mundo prefiere a la morena. Pido cerveza y salchichas y me uno a la fiesta.





Algunas cervezas y salchichas después vuelvo al hotel dando un paseo por el frío, pero acogedor, pueblecito. Me doy cuenta de que, en Alemania, no he visto ningún pastor alemán… ¡qué extraño!

Hoy he recorrido casi 11 horas de autopista, de aburrida y fría (je) autopista. Hasta que no la he dejado, hasta que no he bajado de la moto, no he disfrutado, no he comenzado a viajar.

Poco habitual en mí…

¡Jo, ya estoy en Lich!, pensé.

Y me dormí.

Guay.


2 comentarios:

  1. Buenas. Las fotos del coche sicodélico y el clásico era en una área de servicio? Yo paré en la misma en el 2009 cuando fuí a Nordkapp. Luego te envio por el face el blog de mi ruta. Salud compañero y kilómetros.

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