La Hispanidad




12 de octubre de 2010
Santa Pola (España)-Nimes (Francia) 990 kms. 20ºC




El día en el que Cristobal Colón llegó a América, yo me levanto temprano y parto rumbo a Nordkapp.
Montado en Simba, abro la puerta del garaje. Me pongo los guantes. La puerta comienza a cerrarse así que adelanto un poco la moto para que la rueda delantera contacte con la célula fotoeléctrica y se vuelva a abrir.

La rueda, en vez de contactar con la célula en cuestión contacta con la puerta. Se cae la moto al suelo.

Voy a hacer 11000 kilómetros y, antes de hacer el primero, la moto ya está tumbada… ¡ay, empezamos bien!





Quito las maletas y la levanto. La moto no sufre desperfectos. La puerta sí...
Al fin, comienza el viaje.

Al llegar a Valencia empieza a llover con mucha fuerza. Pensaba que la famosa agua de Valencia era otra cosa.
Pero no importa, lo había previsto. Bueno, yo no, el hombre del tiempo que ayer comentaba que Valencia y Cataluña estaban en alerta naranja por tormentas.

Doy fe de que acertó, ¡qué manera de llover!

Con la lluvia y las nubes, la temperatura baja drásticamente. No debo llevar el traje bien abrochado y hace aguas. Llevo 300 kilómetros y ya se me ha caído la moto al suelo, voy helado de frío y empapado. Esto promete.

La ilusión de un viaje que comienza hace que lleve los despropósitos con cierto humor y después de unos 300 kilómetros de muchichichísima lluvia, escampa.

Cuando llego a Nimes estoy casi seco. El indicador termómetro ha subido a 24ºC.
Encuentro alojamiento en un F1. Sin lujos pero con todo lo necesario. Leo mi correo. Recibo uno de un forero que vive en Finlandia. Me dice que no se me ocurra subir del paralelo latitud 62º N... agradezco la información pero, a estas alturas, es meridianamente improbable que haga caso.
Me voy a dar una vuelta por la ciudad, tan romana ella.
Mola Nimes.




















Callejeando con la moto, un señor se acerca y me pregunta por el viaje. Habla castellano casi perfectamente. De la conversación deduzco que ha viajado mucho. Me ofrece cena e incluso habitación en su casa.
Por alguna razón que no acierto a entender decido declinar la invitación. Luego me arrepentí de mi poca gratitud. Hubiera sido entretenido.
Solo, volví al hotel.
¡Jo, ya estoy en Nimes!, pensé.
Y me dormí.
Guay

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