El lugar de los sueños





22 de octubre. Sorø (Dinamarca) - Amsterdam (Holanda) 888 kms

1º C


He vuelto a soñar que estaba rodeado de hielo y nieve camino hacia el norte. Se cruzaban alces y renos por la calzada. Un señor con alas en la espalda me ayudaba a guardar la moto y allí me quedaba, con cara de pasmao, mirando hacia el norte...
Lo sé, suena a triste, sin embargo, estoy feliz.







Si quieres que te cuente la verdad verdadera, cuando pasé por aquí en sentido contrario, no vi mucho de Dinamarca. Llevaba tanta prisa por intentar llegar al final del continente, que sólo paré con cierto detenimiento en su capital, Copenhage, pero del resto del país no me preguntes que me sacas los colores.
Por eso hoy me he sorprendido tanto. Aquí, en un pueblo elegido al azar porque ayer llovía, lleno de casas de entremado de madera, estuco ocre y tejas rojas... aquí, donde hace tanto frío que las estatuas utilizan bufanda y sueñan, quién sabe si con viajes, quién sabe si con motos que iban hacia el norte...













Salí de Sorø con la sonrisa de los viajes puesta. A los pocos kilómetros ya me sobraban algunas de las capas de abrigo que llevaba. La temperatura rondaba los 6 ó 7ºC, ideal para viajar en moto. Allá, varios kilómetros delante de mí, se encontraba el puente que une Korsor con Nyborg, 18 kilómetros de asfalto colgados sobre el mar Báltico... ¡tela marinera!
Llegar al puente y comenzar el huracán sucedió en el mismo segundo. Es como si Njord, dios del viento en la mitología nórdica, se hubiera cabreado, de verdad de la buena, por verme partir.
-¡Oye chico, que es que tengo que irme!
La cosa es que me tocó cruzar el mar, cruzado sobre el puente. No me atrevía a circular a más de 40 ó 50 kms/h. Los camiones, que tienen prohibido adelantar en el puente, iban formando una perfecta cola detrás de mí.
Al menos la postal era bien chula.







Pero conseguí mi objetivo. Allí, en vez de ir hacia Odense por la autovía, me pareció buena idea ir por carreteras secundarias hasta Bøjden para coger un último ferry que me vomitara en la Europa continental. Fue uno de los aciertos del viaje. Esa parte de Dinamarca está habitada por elfos y duendes... los tejados de las casas tienen musgo para resguardar a sus pequeños habitantes (los elfos y eso, digo), las carreteras atraviesan bosques que forman auténticos túneles de vegetación... pareciera un lugar sacado de algún sueño. Mola.











Y llegué al barco. Simba se coloca sola en estas circunstancias; está demasiado acostumbrada.







Desde el barco llamo a mi chica y le digo que mire en el mapa por dónde voy. Es divertido mirar el mapa e imaginarme dentro... mientras yo lo que imaginaba era el mapa fuera. La cosa es que entre mapas y viajeros imaginarios, me planté en Alemania.
Después de tantos días conduciendo con un estricto límite de velocidad, llegar al libertinaje germano es chungo. A uno le tiembla el puño con inseguirdad...
Una señal de tráfico me advierte que si conduzco un tanque no pase de 80 kms/h o así.
Lo tendré en cuenta para otra ocasión, por si vengo en tanque.




Y llegué a Holanda. Ya tenía yo ganas de llegar a Holanda, desde aquella noche salmantina en la que el vino nos desató la lengua y decidimos ir; aunque termináramos en Suiza... cosas de la improvisación.





Caminando hacia Amsterdam, el GPS me advierte de que los Países Bajos son, en realidad, muy bajos. Anda que no tenía yo ganas de llevar mi moto bajo el nivel del mar.
¡Qué curiosidad tan curiosa!





Y, sin darme cuenta, me planté en el Distrito Rojo, primero, y en la hermosa plaza Dam, después. Entretanto, perdido, iba descubriendo porqué a Amsterdam la llaman la Venecia del norte... iba descubriendo porqué la consideran la capital mundial de la bicicleta... iba descubriendo que las casas de los canales, desiguales, de colores, estrechas, alargadas, puntiagudas, inclinadas hacia delante... están sacadas de algún sueño, como toda la ciudad... es imposible imaginar esa ciudad despierto.











Después de contagiarme de la magia, de la tolerancia, de la alegría, de los "cafés" y de las cervezas de Amsterdam, comprendí porqué estaba feliz esta mañana, cuando el sueño sonaba a triste.
Y me dormí.

1 comentario:

  1. que àgil,dinàmico y realista ,los relatos y se agradecen las fotos ilustrativas,que te sigas divirtiendo,es para desear estar en tu mochila,cuìodate y sigue disfrutando

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